Crecer.
Y entonces creces. Y no hablo de altura, ni de que te salga barba o te crezca el pecho, hablo de crecer por dentro. Tus órganos siguen siendo del mismo tamaño pero tu corazón guarda más amor, más dolor, más frío, más pasión. Y no solo tu corazón, tu cerebro se ha llenado de recuerdos, de traumas, de miedos y de sueños. Todo junto es un torrente de emociones y sentimientos. Un montón de estados de ánimo y sensaciones que pueden jugarte malas pasadas o pueden hacerte pensar que es el fin de tu felicidad, o el principio de ella. Pero todo esto junto hace que crezcas. Creces como persona, te dejan de interesar cosas que antes parecían indispensables para tu vida, te empiezas a interesar por aquello que nunca prestate atención porque no te considerabas lo suficiente mayor, valiente o motivado. Has crecido, has madurado, llamalo como quieras, pero tú has cambiado por dentro y el mundo está a punto de ver lo que vas a lograr. V.