Dejé de esperarte.

Si, dejé de esperarte a ti y a tu estúpido ego.

Dejé de esperar esas disculpas, dejé de esperar un mensaje donde admitieses que no estuvo bien lo que hiciste. Dejé de esperar que volvieras. 

Joder. Te lo cargaste. Me rompiste. Y ahora solo guardo ira y odio dentro de mí. 
Apagaste mi jodida luz. Extinguiste la llama que hacía que fuese tan intensa, tan real, tan ardiente... Ahora soy fría, sin nada que regalar, con mi interior hecho cenizas. Soy desconfiada, sin nadie ni nada en que creer, porque lo que hiciste aquel día conmigo fue lo más duro que nadie había hecho. 
Te enseñé mi interior, te mostré mis heridas mas profundas, te dí cada parte de mí porque confiaba en que nunca nos hicieras daño. Ni a mí ni a mi corazón. 
Me dijiste que nunca me olvidarías y lo has hecho, me dijiste que ella era una amiga y nunca lo fue, me dijiste que era importante para tí y ya va a hacer un mes que no hablamos. 
Mientras tú vivías, disfrutabas de la vida, reías y eras feliz, yo estaba metida en mi cuarto llorando el tiempo que no dormía, arrepintiéndome de haber sido contigo como fui, de haberme portado tan bien, de haberte perdonado miles de acciones y gestos pensando que solo era "agobio", "ansiedaad". Pero no, ese eras tú. 
No él que había conocido los nueve meses anteriores, ese solo era quien querías ser pero quien realmente eras hería a las personas que se preocupaban por él. 
Lo peor es que me hiciste sentir culpable. Me decías, "cuando te pones así me agobio", "cuando haces eso me agobias a mí también". La cosa era que mi forma de ser te molestaba pero no sé si pretendías cambiarme o realmente nunca afrontabas los problemas porque cuando te decía que estaba mal, cuando te decía que algo me había molestado, tú recurrías a esas palabras haciéndome sentir menos. Haciéndome sentir que el problema era mío y de nadie más. Joder. Y es que te eche de menos. Creía de verdad que el problema era mío. Te prometí cambiar. 

Fui una idiota. 
Nunca debí cambiar por nadie y mucho menos por tí. 

Ahora solo pienso en lo que vivimos como un aprendizaje, como algo que no quiero en mi vida. No quiero a alguien que me haga de menos, que me haga sentir insuficiente, que me haga creer que me quiere y que cuando todo se tuerce se marche, que me abandone y encima me prometa volver. 

Como si yo tuviese que esperar a alguien más que a mí misma. 

V.

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