Cinco años después para ambos.
Estaba mirándome en el espejo, mojándome la nuca y sosteniéndome, con la otra mano, en el fregadero. Joder. Lo había visto. Había visto como nos dábamos un beso. Su mirada estaba fijada en nosotros cuando mi novio se sentó a mi lado y dejó de besarme.
Ahora me miraba en el espejo, buscando algo de la chica de hace cinco años, buscando algún resquicio de aquella que lo dió todo por intentar conservar su amor por el chico que acababa de entrar por la puerta.
- No deberías estar...
- Lo siento.
Sus palabras rebotaron en mis tímpanos, la cisterna había dejado de recargar y el grifo aún estaba abierto. Nunca me pidió perdón por nada, hasta hoy, cinco años más tarde.
- ¿Qué...?
- Que lo siento.
Nos miramos callados. Sin pensar que cualquier otra mujer podría interrumpir entrando al servicio o que esa situación era muy extraña. Todavía me acuerdo del día que todo se acabó, la última vez que le vi, como no podía respirar, como me dejó allí sentada en un banco sin pensar en nada más que él mismo.
- Han pasado cinco años, todo eso ya no tiene importancia...- si la tenía, aún estaba asimilando sus disculpas.
- Te hice daño. Mucho daño. Y, joder, lo supe y aún así no intenté arreglarlo.
Se hizo un silencio de nuevo. Llevaba razón. Y eso era lo más doloroso, que nunca intentó arreglarlo.
Tuve que arreglar yo sola lo que había roto él.
- Voy a salir ya... Pensarán que pasa algo...
Me agarró de la mano, apretó su mandíbula y me miró a los ojos. Estaba tenso, pero su mano me sujetaba con delicadeza, mi piel se erizó cuando acarició mi muñeca y se acercó un poco más a mí.
- Nunca te dije porque huí y creo que hasta hoy, hasta esta misma noche, no sabía yo tampoco la razón.
- No hace falta que...
- Te quiero.
En ese momento tenía la boca seca, estaba nerviosa, ignorando como una señora aporreaba la puerta. Chillé que estaba ocupado y en ese momento nos besamos. Él me pegó contra la pared y me besó mientras me sujetaba la cara. Era un beso cálido, angustioso, pasional. Como si no quisiese desperdiciar ese momento pero supiese que no iba a ser duradero. Me agarró de la cintura y sentí como nos estábamos excitando ambos.
- Para...
Fui consciente de que aquello no estaba bien, por mucho que quería dejarme llevar, tenía novio. No podía hacer eso, no me podía hacer eso cinco año después.
- Tu novio...
- No puedes hacer esto cinco años después. No después de todo. ¿Qué pasaría conmigo?
- Creí que...
- Nuestro momento ya pasó. Justo hace cinco años.
Salí del servicio sofocada pero razonablemente bien, no había llorado, no había perdido el control. Volvía a estar contenida en ese recipiente que era mi cuerpo.
Desde hace cinco años, aprendí a controlar mis emociones, mis sentimientos, a seguir la lógica y no cometer este tipo de errores.
Y él despertaba ese lado de mí, ese descontrol del que llevaba huyendo cinco años.
V.
Comentarios
Publicar un comentario