Y menos mal.

Y nadie imaginaba que pudiese pasar. Nadie entendía como aquel chico se había fijado en aquella chica. Nadie entendía como habia llegado a ocurrir. Ni ella misma.

Y es que él nunca se fijo en que ella le observaba cuando él no la miraba. Y es que a él nunca le importo dejarla plantada por otra. Y es que a ella eso solo la hacía daño y él no lo sabía.

Ella decidió apartarse del camino. Decidio tomar el siguiente desvío que llegase porque no la estaba aportando lo que ella necesitaba.
Él decidió dejarla marchar. Le dio igual verla marchar por la puerta mientras que él estaba con la otra chica.
Pero un día, se dio cuenta de que a esa chica le faltaba aquello que había tenido con la que había dejado marchar. Se dio cuenta de que le faltaba esa naturalidad, esa química que no conseguía tener con la que tenía a su derecha.

Quiso volver con aquella chica. Quiso volver a acercarse a ella como lo había hecho antes pero ella habia tomado el desvío que la llevaba a vivir su vida de la forma más feliz.
Fue a buscarla a casa dispuesto a llevarla a algún restaurante para explicarle todo lo que le pasaba con ella pero no había nadie en su casa.
Recordó que siempre le había hablado de un lugar de copas al que nunca habían ido y creyó que allí la encontraría.
Que suerte tuvo. Allí estaba.
La vio bailar, reír, sonreír. La vio feliz. Hasta que su mirada se cruzó con la suya y su rostro se endureció.
Él pensó que no debía acercarse. Ella era feliz y él solo le iba a complicar la vida.
Menos mal que ella no le había olvidado y  le persiguió hasta la salida.
-Siento lo mal que te he tratado. Siento haber sido tan estúpido.
-Un poco si lo has sido. ¿Vienes dentro?
Su sonrisa le hizo volver a sentirse como antes y pensó que no debía volver a perder la oportunidad.
La besó.
V.

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