Perderemos el control.
El roce de unas manos inocentes que jugaban como si de niños se tratasen. La mirada que sigue después de aquel infortunio e incómodo momento pero que te sonroja porque esa persona es especial y no querrías que ese momento acabase.
Nuestras manos se separan, avergonzados...
¿Por qué sentir vergüenza? ¿Acaso no podemos jugar?
Nos importa demasiado lo que dirá el resto y por eso nos controlamos cuando alguien esta cerca pero... cuando estamos solos, somos reales, somos sinceros con nuestros sentimientos.
Quizás esperamos que todo esto pase y que se quede en algo pasajero; que lo que hemos sentido sea solo algo casual y que no va a traernos ningún tipo de inconveniente. Pero estamos más equivocados que nunca porque aún queda mucho tiempo y demasiados momentos.
Somos demasiado impulsivos para controlarnos en cada momento. Algún día erraremos y nos confiaremos acabando con toda nuestra barrera psicológica.
V.
Comentarios
Publicar un comentario