El fular malva.

Un año más. La misma playa. Las mismas fechas.
Estoy sentada en la orilla encima de un pañuelo de color malva. Escuchando al mar, al viento. Sintiendo la arena, el agua rozando mis pies. Con la mente en otro sitio. Escribo en una libreta lo que siento, lo que pienso, lo que veo y lo que quiero.
La brisa mueve mi pelo corto hacía el lado derecho. Dejando al descubierto mi oreja izquierda colgando en ella gran variedad de pendientes.
Todo estaba tranquilo. Esa playa estaba vacía. Solo se apreciaban a tres gaviotas pescando entre las rocas.
Me levante para marcharme y mi fular salió volando al lado derecho de la playa. No lo alcanzaba. Volaba alto y muy deprisa. Corrí para cogerlo pero me fue imposible. Entonces tú fuiste capaz de atraparlo.
"¿Es tuyo?" me preguntaste con una amplia sonrisa. Yo lo afirmé asintiendo con la cabeza. "Te lo doy si me dices tu nombre" me chantajeaste con mi propio fular levantándolo por encima de tu cabeza para que yo no pudiese quitártelo e irme de allí. "Isabela" respondí tozuda. Quería mi fular.
Tú te reíste y volviste a hablar "no me mientas" dijiste desenmascarándome. Me irritaste como nadie. Me pusiste muy nerviosa pero me gustaste. En el momento que te vi coger el fular me gustaste pero no quería precipitarme. "Helena" contesté por segunda vez. Esta vez dije la verdad y tu no dudaste en creerme.
Tus amigos te estaban llamando y tú te estabas entreteniendo más de lo normal conmigo. Solo tenías que darme el fular. Sin preguntas. Sin nombres.
"Muy bien, Helena, aquí tienes" dijiste ofreciéndome el fular pero negándome soltarlo de su mano "espero verte otra vez" continuaste, ahora sí, soltando el fular y despidiéndote de mí con una sonrisa y el guiño de su ojo izquierdo.
"Nuñez" chillaban tus amigos. Así te llamaban. Así te llamaría yo de momento.
Ese día fue el principio de algo increíble pero con un final prematuro.
V.